Las estaciones de repostaje se reinventan convirtiendo sus instalaciones en lugares con más opciones de compra. Así, gracias a su eficiente distribución y presentación de cada vez más productos buscan posicionarse como un supermercado de proximidad.
“Las gasolineras como las entendíamos antes han dejado de funcionar desde que los puntos de venta se instalasen en el circuito urbano, compitiendo con cualquier otra tienda de barrio o de ciudad en horario y facilidad”, aseguran desde Moinsa, empresa de equipamiento comercial y técnico, iluminación e intralogística.
Además, se han ido convirtiendo y dotando con equipamientos que les distingan y en los que se confíe también para hacer cualquier compra, incluso las más exclusivas gracias a los espacios gourmet.
Las tiendas en gasolineras presentan, en poco espacio, gran diversidad de productos gracias a la utilización de sistemas de estanterías y soluciones modulares adaptados a las imágenes de las diferentes marcas. La protección de los artículos así como su distribución y presentación son fundamentales ya que, normalmente, siempre intentan atraer con ofertas y promociones insertas en cartelerías y displays, como en cualquier otra tienda.
Por esa misma razón, cada marca quiere sobresalir y tener una presencia personalizada. Incluso las que tienen un área de venta muy reducida registran grandes ventas ya que optan por la distribución de los productos en góndolas centrales que generan zonas de paso y, por tanto, pueden agilizar el tránsito y guiar al consumidor hacia zonas específicas.
En las tiendas de gasolineras “se huye de la tienda tradicional para dar paso a la calidad, con cabida incluso para espacios gourmet. Otra de las tácticas son los acuerdos entre compañías para atraer al público (BP con Día; Repsol con Supercor o Cepsa con Carrefor) por lo que hacen que el diseño se tenga que adaptar al experience center en el que se han convertido”, explica Juan Carlos Rodriguez Malvar, director Comercial y Marketing de Moinsa.