“La Comisión Europea está traicionando a consumidores y productores europeos en importantes estándares de seguridad alimentaria al dar luz verde a la importación de carne de vacuno al mercado europeo desde terceros países donde la utilización de promotores de crecimiento, ractopamina y cereales genéticamente modificados, todos ellos prohibidos en la UE , se usan en sus sistemas productivos sin las restricciones comunitarias”, ha asegurado Pierre Chevalier, presidente de la FNB, principal asociación bovina francesa.
Estas declaraciones se producen tras la reunión que han mantenido en Madrid los principales productores de ganado de la Unión Europea para tratar de frenar el daño que infligirán en el sector del vacuno los acuerdos que Bruselas está cerrando con Mercosur (Argentina, Brasil, Uruguay, Venezuela y Paraguay) y EEUU.
Las asociaciones más relevantes de productores de vacuno, la española Asoprovac, la Irish Farmers Association, la Federation National Bovine francesa y el Consorzio Italiana Zootécnica acusan a la Dirección General de Sanidad y Protección del Consumidor de la CE (DG SANCO) de incumplir su papel como responsable de la salud pública y seguridad alimentaria. Resulta inadmisible que miles de toneladas de carne que no alcanza los mínimos exigibles en estos críticos aspectos y a la que solo se le aplican controles documentales, acaben en la mesa de los españoles y del resto de ciudadanos europeos.
Los productores temen que se triplique la cifra del acuerdo firmado con Canadá a finales de 2013, que autoriza la entrada de 50.000 toneladas de carne libre de aranceles y que supone alrededor de un 20% del total importado en 2012. Una carne que incumple los estrictos estándares europeos en materia de trazabilidad, seguridad alimentaria, salud animal, bienestar y normas medioambientales.
El sector ganadero europeo, teme que tras los nuevos acuerdos que Bruselas está a punto de cerrar con EEUU y Mercosur, se sacrifique al sector bovino y se dañe seriamente la agricultura europea, además de exponer a los consumidores a crecientes e innecesarios riesgos. “El problema es que el productor europeo está cansado de estar sujeto a un ámbito regulatorio estricto que no se aplica a la entrada de carne de otros países, lo cual genera desequilibrios. Por ejemplo, en Europa está prohibido el uso de monensina en vacuno de carne, un antibiótico que regula la flora intestinal, lo que en España ha provocado un incremento en el coste de producción del 5% y un mayor número de bajas en las granjas , mientras que en terceros países se emplea sin problemas. Pedimos un trato equitativo”, explica Javier López, gerente nacional de Asoprovac.