La Autoridad Europea ha recibido más de 4.000 solicitudes para declarar propiedades saludables en diferentes alimentos. Más de la mitad corresponden a productos botánicos y otras sustancias. No obstante, la mayoría de los dictámenes emitidos hasta ahora son negativos, debido a que las solicitudes presentadas carecen de fundamentos adecuados.
Esta es una de las conclusiones del manual “Alimentos funcionales: importancia del laboratorio clínico y nuevas perspectivas”, elaborado por la Comisión de Vitaminas, Nutrición y Dietética de la Sociedad Española de Bioquímica Clínica y Patología Molecular (SEQC).
En esta obra los autores revisan desde el concepto de alimento funcional, los criterios para la valoración del soporte científico de las declaraciones de propiedades saludables de los alimentos, los diseños de los estudios en humanos, los criterios para la selección de biomarcadores, hasta algunos aspectos relacionados con las debilidades y fortalezas en estudios de intervención nutricional.
“Con esta obra pretendemos dar relevancia a un área de trabajo nueva para el especialista del laboratorio clínico dentro del contexto de la alimentación / nutrición y la salud pública”, explica Begoña Olmedilla, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y autora de la monografía junto con los doctores Fernando Granado Lorencio, del Hospital Universitario Puerta de Hierro-Majadahonda; y Gregorio Varela Moreiras, de la Universidad CEU-San Pablo de Madrid.
Olmedilla asegura que “para que pueda constar en el etiquetado de un alimento una declaración de propiedad saludable, hay que hacer una serie de comprobaciones previas, es necesario revisar sistemáticamente las pruebas relevantes y valorar si la redacción del etiquetado es consistente con las pruebas científicas existentes en ese momento”. A lo que añade esta experta que “entre los criterios que se aplican para su evaluación se encuentra la necesidad de tener datos en personas, fundamentalmente a partir de estudios de intervención”.