La necesidad de desacelerar, desconectar digitalmente y cuidar la alimentación se ha convertido en una prioridad para buena parte de la población española. Así lo refleja el II Estudio Milkfulness, elaborado por Leche Celta en colaboración con la Asociación Española de Psicología Sanitaria (AEPSIS), cuyos resultados ponen de manifiesto un cambio de mentalidad: cada vez más españoles desean una vida más pausada, aunque muchos no sepan aún cómo lograrlo.
Según el estudio, seis de cada 10 españoles afirman haber empezado a cambiar sus rutinas en los últimos meses o años para buscar una vida más calmada. Entre estos ajustes destacan mudanzas a entornos naturales, la práctica más regular de deporte o la elección de actividades que aportan serenidad. Un dato especialmente ilustrativo es que siete de cada 10 personas reconoce haber modificado algún aspecto de su día a día para ganar calidad de vida. En comunidades como Cantabria y Cataluña, esta necesidad de conciliación y tiempo para uno mismo alcanza niveles aún mayores.
Uno de los ejes centrales del estudio es la hiperconectividad, que se identifica como un factor determinante en el aumento del estrés. El informe señala que el 67% de los españoles se considera dependiente del móvil. Sin embargo, solo uno de cada tres se atreve a implementar desconexiones digitales reales. El 77% reconoce sentirse más libre cuando se olvida el móvil en casa, aunque el 84 % admite que volvería a por él incluso si llega tarde al trabajo. La contradicción entre la sensación de dependencia y el deseo de desconectar se repite en la mayoría de franjas de edad.
Estrés, alimentación y decisiones impulsivas
El impacto de la presión diaria no solo afecta al descanso, sino también a la forma de comer. Siete de cada 10 personas dice que el estrés le lleva a elegir “lo primero que encuentra”, aunque no sea lo más saludable. La práctica de “vivir en paralelo” —comer rápido mientras se trabaja o se atienden tareas simultáneas— aparece como uno de los patrones más dañinos para el equilibrio físico y psicológico.
Por contraste, el 93% de los encuestados asocia comer con calma a salud, una percepción especialmente fuerte en jóvenes de entre 25 y 34 años, así como en Cataluña y Cantabria.
El estudio refleja un avance en el consumo de productos ricos en proteínas, que han dejado de asociarse únicamente a perfiles deportistas. El 77% declara consumir productos proteicos para combatir el cansancio, y el mercado ya muestra lineales específicos en bebidas y elaboraciones enriquecidas.
Además, el 86% considera que la leche sigue desempeñando un papel importante en una alimentación equilibrada y emocionalmente consciente. En regiones como Galicia, Castilla y León o Cantabria, el producto mantiene una fuerte conexión cultural. El 55% afirma que la leche “transporta a la infancia”, lo que refuerza su componente emocional.
El estudio también analiza la rutina del desayuno, un momento que muchos asocian a bienestar y calma. El mayor disfrute lo declaran personas de más de 55 años y habitantes de Galicia. Tres de cada siete desayunos se realizan frente al móvil. Entre los jóvenes de 18 a 24 años, el 52 % reconoce utilizar el teléfono mientras desayuna. De lunes a viernes, el 41% no empieza el día sin mirar la pantalla; los fines de semana, el 31 % mantiene este hábito. Los desayunos favoritos combinan leche (68%), fruta (56%), mantequilla (30%), queso (26%) y queso batido (20%).










