El 80% de los españoles consume más sal de la recomendada y la ingesta media es de 9,9 gramos por persona al día, según la Agencia de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN).
El consumo elevado de sodio, uno de los componentes de la sal de mesa, es un conocido factor de riesgo de la hipertensión y los problemas cardiovasculares. La reducción de su consumo beneficiaría a la salud pública; por ello, las autoridades nacionales, las ONG y la industria alimentaria se esfuerzan por conseguir este objetivo.
En España, la AESAN, dependiente del Ministerio de Sanidad, ha lanzado una web, el denominado Plan “Cuidate+. Menos sal es más salud” , para que los españoles puedan conocer la sal que consumen a diario, la cantidad ‘oculta’ de este condimento que contienen los alimentos y cómo cocinar de una forma más saludable.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que los adultos consuman un máximo de 5 gr. de sal por persona y día, aunque actualmente el consumo real en Europa está entre los 8 y los 12 gr.
Los beneficios para la salud que se obtendrían reduciendo el consumo de sal han dado pie a diversas iniciativas en la Unión Europea (UE). En el año 2008 se adoptó el marco de la UE, que apoya las iniciativas nacionales existentes mediante la coordinación de acciones y la difusión de información útil.
Dado que las principales fuentes de sal en nuestra dieta son los alimentos procesados y la comida de restaurante (70% de la sal que consumimos es sal ‘oculta’, es decir, que está presente en los alimentos que ingerimos, como embutidos o comida precocinada entre otros productos, recuerda la AESAN), la colaboración con la industria alimentaria suele ser un componente clave en los programas para la reducción de sal.
Muchos productores de alimentos y minoristas toman medidas por iniciativa propia para luchar contra su elevado consumo, como son la reformulación de productos, las campañas de concienciación y diversas iniciativas relacionadas con el etiquetado.