Los agricultores de la provincia de Alicante y, también nuestros compañeros de Murcia y Almería, sufrimos durante un tiempo más que excesivo, abusivo, las continuas y constantes amenazas e intentonas de colectivos, territorios y hasta gobiernos de querer dejarnos sin el agua suficiente para garantizar la vida a nuestros cultivos e, incluso, para el abastecimiento de las personas.
No olvidemos que Canales del Taibilla, mantenida por los aportes del Tajo-Segura, alimenta al 56% de la población alicantina. Si nos trasladamos a la Región de Murcia, este dato alcanza al 95,6% de los ciudadanos. Tras un breve periodo de calma, el conflicto o, como bien llaman los agentes sociales como el medio de comunicación que usted está leyendo ahora, la ‘guerra del agua’ vuelve a cernirse sobre nuestras cabezas alimentando la pesadumbre en el campo alicantino.
Todo empezó cuando el ministro de Agricultura Miguel Arias Cañete cumplió con nuestras expectativas en su intervención del pasado miércoles. Su mejor frase: Agua “hay suficiente, pero no está bien repartida”. ¡Me encanta! Piensa poner en marcha un Plan Hidrológico Nacional y potenciar los trasvases para que territorios como el nuestro puedan utilizar los sobrantes. Esperamos que cumpla con su palabra. Ya ha trabajado tan bien su proyecto que cuenta con el apoyo de organizaciones ecologistas como WWF siempre y cuando se respete el Marco del Agua ¿¡Será posible que empecemos a entendernos?! Nosotros sí, pero con ciertos políticos nauseabundos en absoluto.
Nada más comunicar el ministro sus intenciones, los políticos de la oposición, a Dolores de Cospedal la estamos viendo bastante comedida y que así siga, no han dejado de expresar barbaridades que atentan contra nuestros trabajos y supervivencia. Los socialistas manchegos se han atrevido incluso a expresar que exigen un Plan que acabe con el Tajo-Segura. ¡¿Y con las miles de familias que se sustentan del trasvase qué hacemos?! ¡¿Los exterminamos también?! ¡Hombre, por favor, menos demagogia política y más raciocinio y respeto!
El posible trasvase del Ebro, que crearía con su construcción y puesta en servicio más de 514.000 empleos, ha levantado ampollas. El portavoz del Partido Aragonista, Alfredo Boné, engaña al afirmar que “nunca aceptarán que se resuciten viejas amenazas, como las del trasvase”. La única amenaza real es que el sureste peninsular perezca de sed, pero la barbarie política no termina aquí. La presidenta del Gobierno de Aragón, Luisa Fernanda Rudí, se atrevió incluso a pedir respeto a su Estatuto de Autonomía, en el que tuvieron la sinvergonzonería de aumentar el caudal ecológico en 6.500 hectómetros cúbicos, más de seis veces del derogado trasvase y una cantidad que desde antiguo jamás han llegado a almacenar. Recurren a cifras imposibles y desafiantes, obviando a conciencia los estudios técnicos que determinan las cantidades objetivas que no se pueden ceder para no dañar ni ríos ni cuencas. Estamos hartos de sus engaños y triquiñuelas. ¡Estos políticos no se enteran de nada! Sólo hacen política, mientras nosotros le pedimos que cubran las necesidades. En realidad, ya no representan ni la sociedad civil ni a nadie. Sólo nos perjudican con sus gestiones y recortes.
Para poder conseguir un reparto equitativo, cumplir con las imposiciones europeas y acabar de una vez por todas con esta odiosa guerra del agua, al ministro Arias Cañete se le presenta ahora la difícil tarea de tener que dar un golpe sobre la mesa para imponer orden y demostrar su autoridad. En esta situación será muy importante su propuesta de fortalecer las competencias nacionales en materia hídrica. Esta medida fue reclamada al anterior Ejecutivo porque así lo contempla la Constitución y evitaría que los manchegos o quienes fuera se empecinarán en postulados que atentan contra la solidaridad entre territorios e imposibilitan una convivencia pacífica. ¡Por fortuna, el agua es de todos los españoles y así lo ha entendido nuestro Gobierno!
Para nuestro gozo y alborozo, las medidas hídricas no fueron las únicas que el ministro Miguel Arias Cañete difundió. Se comprometió a potenciar el sector y las exportaciones, lo que beneficiará a todo el país por la capacidad del sector primario de crear riqueza y absorber mano de obra desempleada. Pese a la presión que la gran distribución es capaz de ejercer, prometió resolver algunos de nuestros problemas capitales como es la raquítica posición que ocupa el productor en la cadena alimenticia, lo que perpetra los bajos precios para el agricultor y la ruina en el campo. También Arias Cañete trató otras medidas que con anterioridad fueron considerados ‘pecado capital’, como los contratos. La consejera Maritina Hernández ya apostó por ellos porque es la única herramienta válida para impedir los elevados impagos y ahora el Gobierno piensa implantarlos. Como verá, sus palabras han creado grandes expectativas. Y, ahora, señor ministro, a trabajar para cumplir con sus objetivos con la menor demora posible.