Los valencianos perciben que la citricultura de la Comunidad es de color naranja.¿Por qué ignoran que nuestra autonomía acoge el 40% de la producción de limones de toda España? ¿Acaso es porque se obtiene principalmente en Alicante?
Y, aunque en esto de las cifras, hay un baile continuo entre los datos que aportan las interprofesionales, instituciones y otras entidades, éste es el único porcentaje en el que coinciden la mayoría de los estadistas y técnicos del sector. ¡Que lo digo yo! Los agricultores alicantinos pretendemos que de aquí en adelante se hable de limones en la capital de nuestra autonomía. ¿Lo conseguiremos? Lo desconozco.
Con las naranjas y mandarinas sentimos una preocupación extrema. Semana tras semana hemos sufrido como se devaluaban los precios hasta llegar prácticamente a 0. La última reducción en la variedad de las Navel es de 1 céntimo, teniendo en cuenta que este fruto se vende a 0,10-0,20 €/kg en campo la situación es catastrófica, de ruina total para el productor. Con la Salustiana ocurre más de lo mismo y también en el caso de las clementinas, que se compran más barato en todas las variedades que se encuentran en campaña (Clemenules, Clemenvilla, Nadorcott), excepto en los casos de la Hernandiana y la Ortanique cuyas ventas, por desgracia, se han paralizado casi por completo en los campos.
El limón sufre la implacable crisis de precios con especial virulencia. El kilo en campo está rozando los 0,04-0,07€/kg, dinero que, como ve, ‘no da ni para pipas’ lo que ha provocado que desaparezca una cantidad dramática de hectáreas del fruto ocasionando un verdadero impacto negativo en el medio ambiente. De hecho, la superficie de limón se ha contraído un 29% de 2000 a 2010, pasando de las 14.232 hectáreas a las 10.111 has, mientras que la naranja lo hace en un -10,4%, al contabilizar 16.914 y 15.153 has en los respectivos años. Y, un segundo, que no quiero malentendidos. En ningún momento estoy diciendo que haya que darle más prioridad a un cultivo que otro, en todos los agrios estamos registrando pérdidas catastróficas. Lo único que quiero que quede claro es que el limón no debe ser marginado. ¡Jamás!
Los campos abandonados muestran un paisaje desolador. Resulta dañino para los sentidos ver como la limpieza y oxigenación de la tierra es sustituida por las malas hierbas, las culebras, ratones y otras plagas. El principal riesgo ambiental no termina aquí. Numerosas plantaciones de limoneros ocupan terrenos como los de la Vega Baja y su desaparición provoca un aumento de la salinidad, lo que causa la muerte de cultivos, mientras la vida de las bacterias, hongos y otros organismos se reproduce a un ritmo escandaloso.
La importancia de nuestros limones es también social. Cuando en los entornos rurales el desarrollo de la actividad agrícola es el adecuado se arreglan los caminos, lo que evita el aislamiento de sus habitantes, además de ser para muchos de nuestros pueblos la principal actividad económica. Además, el turismo rural, subsector por el que apuestan numerosas familias e instituciones, resulta inviable sin bancales bien gestionados.
Nuestros cítricos también son vitales para tener una salud de hierro. Tal y como hemos conocido en jornadas de promoción de estos frutos, que hoy en día los productores echamos muy en falta, ayudan a mejorar la presión arterial, son beneficiosos para la piel y hasta para prevenir determinados tipos de cáncer, como el de pulmón. Incluso, nos ayudan a plantarle cara al paso del tiempo. El efecto antioxidante que aportan los limones y las naranjas es más fuerte que otros muchos productos.
Las soluciones para salvar al sector de los cítricos pasan por nuestras manos y también por las de la administración. Decir lo contrario, que la situación citrícola a la que hemos llegado es sólo culpa nuestra, es tan absurdo e irreal como masoquista. Nosotros debemos ordenar la oferta. Esta medida es fundamental y, en parte, está en nuestras manos. Para lograrlo los agricultores, seamos de donde seamos, debemos mantenernos siempre unidos. ¡Sólo nos faltaría tratar de ‘hacernos la puñeta’ entre nosotros! Ahora bien, no induzcamos a engaños. Urgen medidas legislativas y acciones políticas como aprobar contratos de compra-venta obligatorios, que contengan índices económicos o, fundamental, que, previsiblemente este próximo jueves, la Comisión de Comercio Internacional del Parlamento Europeo atienda la petición del ministro Miguel Arias Cañete y la consellera Maritina Hernández y rechace el acuerdo de Marruecos, que contempla la liberalización completa en la entrada de sus cítricos, lo que sólo nos abocaría a un desastre citrícola aún mayor.