José Graziano da Silva se ha hecho cargo formalmente de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). El nuevo director general pretende impulsar la seguridad alimentaria, ofreciendo ampliar el apoyo de la FAO a los países de bajos ingresos con déficit alimentario, en especial aquellos que sufren una situación de crisis prolongada.
«Crearemos equipos que agrupen las capacidades de la Organización en el asesoramiento sobre políticas, planificación de inversiones, movilización de recursos, respuestas de emergencia y desarrollo sostenible», aseguró el director general.
«La erradicación del hambre no debería desligarse -añadió- de otros desafíos mundiales, como la recuperación de las economías nacionales, la protección de los recursos naturales frente a la degradación y la mitigación y adaptación al cambio climático».
La FAO fue uno de los primeros organismos internacionales que se crearon tras la Segunda Guerra Mundial, con la idea de que la paz había creado las condiciones para garantizar que la humanidad iba a librarse del hambre.
Más de medio siglo más tarde, cerca de 925 millones de personas sufren hambre crónica y muchos países están lejos de alcanzar el primero de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, el de reducir a la mitad entre 1990 y 2015 el porcentaje de personas víctimas del hambre y la pobreza extrema.
Como director general, Graziano da Silva apuntará a la erradicación del hambre, la producción y el consumo sostenible de alimentos, una mayor justicia en la gestión de los alimentos a nivel mundial, concluir la reforma organizativa de la FAO para mejorar su eficacia, transparencia y rendición de cuentas, y una ampliación de las alianzas con la cooperación Sur-Sur.