Aunque más de la mitad de la población española se considera consumidora de miel, hay un 36% de hogares españoles donde ninguno de sus miembros come este tipo de alimento.
Además, los que aseguran consumirla lo hacen de forma poco habitual, ya que casi la mitad de ellos sólo lo hace entre una o dos veces al mes, según un estudio elaborado por Intermiel, organización interprofesional de la miel y los productos apícolas.
El consumo de miel se realiza en un 87% de los casos en compañía de otros alimentos como leche, yogures, quesos o tostadas, aunque todavía hay una gran parte de los consumidores de miel que desconocen sus aplicaciones culinarias y se muestran positivos a incentivar su consumo si conocieran recetas sencillas en las que poder utilizar el producto (29%).
“Esto nos lleva a fomentar el consumo de miel en las diversas aplicaciones culinarias posibles”, asegura Rebeca Vázquez, gerente de Intermiel.
La miel es un alimento de consumo invernal (35%), aunque ya hay un 50% de los encuestados que la toma indistintamente de la época del año. Eso sí, el 90% de las veces se come en casa.
Los principales motivos de consumo son sus cualidades organolépticas y sus propiedades para la salud, “los mismos factores que aducen los no consumidores de miel para no tomarla”, explica Vázquez.
La miel más consumida es la líquida y de milflores, comprada principalmente en el supermercado y con envase de 250 gramos.
Las mieles de calidad diferenciada son poco conocidas por la población española. Un 31% de los españoles asegura no conocerlas, aunque hay un 43% de ellos que reconoce la miel de La Alcarria.
Los productos derivados de la apicultura también son conocidos por los españoles según un 75% de los encuestados, aunque se consumen en mucho menos cantidad. La jalea real y el polen son los más reconocidos, con un 91% y un 69%, respectivamente.
España es el primer país productor de miel de la Unión Europea, con el 16,3%, y “aunque su consumo aumenta todavía está por debajo de la media europea”, explican fuentes del estudio.