La campaña que se inicia en Castilla-La Mancha arranca con bajos precios y parálisis de operaciones, que no tienen justificación y que pueden suponer la ruina para un sector que ya ha acumulado pérdidas en tres campañas consecutivas.
La Sectorial de Melón y Sandía de Cooperativas Agro-alimentarias Castilla-La Mancha se reunió en Alcázar de San Juan (Ciudad Real) con el fin de analizar la campaña actual y la situación del sector.
La producción regional es similar en volumen a la de la campaña 2010, con buena calidad, salida escalonada y cierto solapamiento con la cosecha del campo de Cartagena, que está siendo más larga de lo habitual.
En cuanto a precios, la sectorial comunica que, en origen, la sandía registra precios entre 6 y 8 céntimos/kilo, y el melón entre 10 y 12 céntimos/kilo, cotizaciones éstas muy por debajo de los costes de producción en ambos casos; de hecho en el punto de venta el melón es pagado por el consumidor entre 65 y 75 céntimos/kilo.
Otro elemento preocupante observado es el incremento de operaciones especulativas en torno al sector, que son realizadas por agentes intermediarios y corredores que comprometen superficies y producciones a cambio de compromisos económicos que no siempre se cumplen.
En general, la Sectorial de Cooperativas Agro-alimentarias considera que tanto el melón como la sandía están sufriendo el patente retraimiento del consumo del mercado interno por razones de la crisis económica, así como la reducción de las exportaciones a países comunitarios cuyos mercados siguen afectados por la crisis alimentaria causada por la E-coli y por las bajas temperaturas que retraen el consumo de esta fruta típicamente veraniega.
Finalmente la Sectorial ha considerado que la persistencia en el tiempo de estos problemas expulsará del sector a muchas empresas y pequeños productores, que se encuentran en una situación económica límite y de pérdidas acumuladas.
En este sentido la Sectorial a través de su portavoz Humberto Gómez hace un llamamiento a que “los productores, dueños de la fruta, no malvendan sus géneros por debajo de los costes de producción, así como a la gran distribución comercial que opera con grandes volúmenes, a que no fuercen a la baja los precios a sus proveedores, que inmediatamente son trasladados a los productores, que son el eslabón más débil de la cadena alimentaria y quienes soportan los daños”.