Por María Gil.- Comercio electrónico, como lo define el Instituto Español de Comercio Exterior (ICEX), es la plataforma on line donde compradores, vendedores y distribuidores se encuentran para intercambiar información, llevar a cabo operaciones comerciales y colaborar unos con otros. Los mercados electrónicos tienen un enorme potencial como canal alternativo de negocios y marketing y ofrecen numerosos beneficios a todos los participantes en las operaciones comerciales, independientemente de su tamaño.
Pero entre nuestras empresas y los consumidores aún existen recelos y temores a la hora de comprar o vender a través de Internet. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), a pesar de que más de un 97% de empresas de 10 o más asalariados dispone de conexión a Internet, en 2009 sólo el 13,1% realizaron ventas mediante comercio electrónico y un 24,1% compraron por Internet.
¿Quién teme y por qué ese miedo al comercio electrónico que supone el acceso mundial a potenciales socios comerciales, la reducción de los costes operativos, el incremento de los beneficios y una mayor eficacia en los procesos de distribución?
España ha partido con retraso tanto en el e-commerce en general como en las ventas privadas online. “Nos gusta socializarnos durante la experiencia de compra”, explican los expertos. El comercio electrónico es una forma de venta más directa y aquí nunca ha funcionado, como ha sucedido históricamente con la compra telefónica o por correo, «al contrario de la acogida, más que fructífera, registrada en EEUU y países del norte de Europa», añaden.
A pesar de que supone acceder a las firmas más prestigiosas con suculentos descuentos, pertenecer a una especie de club exclusivo por recomendación de familiares o amigos, una mayor comodidad y disponibilidad de horarios para realizar la compra las 24 horas del día y un formidable sistema de libre competencia, muchos son los frenos de los españoles a la hora de llevar a cabo la compra final a través de este medio.
Dudas y temores
La tienda electrónica aún despierta dudas y temores en el público en general. Por otra parte, como aducen también algunos expertos en la materia, las empresas con mercado electrónico deberían trabajar para hacer las páginas más accesibles y atractivas. “Los gestores de los sitios de comercio electrónico deberían invertir más en conocer quién es su cliente, qué hábitos de compra tiene, cómo busca los productos y qué cosas le motivan más”, dicen.
Además, las ventajas del medio on-line pueden ser un aliado en tiempos de crisis. Internet es un medio rápido, mediante el cual se puede acceder a cantidad de información, conocer las opiniones de los demás usuarios sobre el producto y todo sin moverse de casa. Ahora, gracias a Internet, tenemos acceso al mercado a escala planetaria, consiguiendo los precios más baratos del mundo. Y con la aparición de tiendas exclusivamente on-line, los comercios pueden bajar sus precios al no tener que cubrir costes de personal o de compra/alquiler de local físico.
El comercio on line es hoy en día una realidad que se impone, que fomenta abiertamente la competencia. La incorporación de la tecnología a la empresa o a nuestros usos y costumbres más habituales y cotidianos no tiene por qué ser un motivo de riesgo ni frenar el ánimo innovador. A nadie le gusta que le tachen de inmovilista, pero la apuesta por la tecnología punta arredra a más de uno, especialmente cuando se tiene cierta edad avanzada.
Es proverbial el respeto que muchos de nuestros mayores sienten ante el fenómeno informático. El teclado de un ordenador les infunde respeto ante el riesgo de un error que, creen, puede ser irreversible. Pero es evidente que en su fuero interno reconocen que las modernas tecnologías de la información y comunicación (TIC) no sólo facilitan en gran medida su vida sino que reducen el potencial daño que podría derivarse de un supuesto error. Claro que uno no puede pretender estar a la vanguardia sin asumir el riesgo que ello conlleva. Toda empresa implica una aventura. Ser emprendedor significa una apuesta, un desafío, lo que entraña una inseguridad, un margen por mínimo que sea de incertidumbre ante el resultado.
Todos, más o menos, nos estamos familiarizando con las modernas TIC e incorporándolas a nuestros usos y costumbres porque estamos convencidos de que nos hacen la vida más fácil y nos ahorran más espacio y tiempo. El ama de casa se va acostumbrando a hacer la compra por Internet, con lo que se ahorra el desplazamiento al hipermercado. Cada cual opera sus cuentas bancarias a través del ordenador, sin necesidad de moverse de casa. El autoservicio se ha impuesto en la mayoría de gasolineras y hasta la contribución y el pago a Hacienda se hace mediante firma electrónica. La tarjeta de embarque en los aeropuertos se puede llevar ya desde casa y la videoconferencia sustituye a muchas concentraciones y reuniones de trabajo. La webcam está asumiendo un papel protagonista en la mensajería instantánea y en la interconexión familiar y el correo electrónico ya es habitual entre nosotros.
Negocio récord
La tecnología va eliminando trabas e intermediarios. La compra-venta de bienes y servicios a través de Internet movió durante 2010 un volumen de negocio récord de 7.317,6 millones de euros en España, un 27,2% más que en el 2009, según los datos del último informe de Comercio Electrónico publicado por la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones (CMT).
El comercio on line sumó a lo largo del pasado año 100 millones de transacciones, un 34,8% más que en 2009, cuando se llegaron a los 74,3 millones de operaciones. Al igual que en los dos últimos años, las compras realizadas a sitios web españoles fueron las que más peso tuvieron por volumen de ingresos durante el 2010, representando el 54,7% del total de los ingresos por comercio electrónico, hasta alcanzar los 4.002 millones de euros. Dentro de este capítulo se recogen las compras realizadas desde España a sitios web españoles (3.164 millones de euros) y las compras realizadas desde el extranjero y con destino a sitios web españoles (838,61 millones de euros). Por el contrario, las compras realizadas desde España a sitios web extranjeros representaron el 45,3% del total de ingresos, hasta alcanzar los 3.315 millones de euros.
Todo esto tiene evidentemente unas ventajas indiscutibles. También un coste. ¿Quién debe pagar la implantación de la moderna tecnología? Ciertamente, las TIC favorecen y ayudan a todo el proceso de interrelación entre la Administración y los administrados, entre el proveedor de servicios y sus clientes, entre fabricantes, distribuidores y consumidores. Pero no deben ser éstos últimos, en definitiva, el ciudadano de a pie, quien corra exclusivamente con los costes de la moderna tecnología implantada.
Si las nuevas aplicaciones benefician a todos, apostemos decididamente por ellas y perdamos todo miedo a su incorporación. Pero sus costes de amortización y los beneficios que reportan habrán de repercutirse por igual entre todos los beneficiarios.
Desde los organismos públicos se están tomando medidas para ayudar al desarrollo del comercio electrónico y un ejemplo es el Plan Avanza, que ha ayudado a la implantación de las nuevas tecnologías en las empresas españolas, especialmente en las pymes, ya que tienen mayores dificultades de acceso, y continúa en la actualidad a través del Plan Avanza2.
Desarrollar con fortuna un producto novedoso da alas a la prosperidad de una empresa o negocio, pero el miedo al fracaso resulta a veces más poderoso e irrefrenable. Y es que en no pocas ocasiones, aferrarse a la seguridad nos impide dar el salto al éxito. Más vale malo conocido que bueno por conocer, dice el proverbio preferido del inmovilista. Pero no es menos cierto que lo bueno puede resultar enemigo de lo mejor.