La fresa francesa debe aportar un beneficio personal al consumidor para desmarcarse de la competencia española, según los productores galos.
El producto del país vecino sufre el efecto negativo de la falta de visibilidad en los lineales de los supermercados. Su homóloga ibérica, sin embargo, goza de una importante presencia en primera línea, con lo cual es más fácil de localizar y comprar.
El precio más bajo de la fresa española juega claramente a su favor, dado que, tras la crisis de 2009, los consumidores franceses prestan atención a su presupuesto, a pesar de que conocen las dificultades de los agricultores locales. Además, la imagen de la fresa española se ha realzado y hoy se percibe como un artículo con una buena relación calidad/precio.
Por ello, la fresa francesa debe aportar un beneficio personal al consumidor, un hecho que va ligado a la reducción de incertidumbres relacionadas con la calidad gustativa, como la mención “recolectadas a mano”.
En Francia, la variedad de fresa Gariguette goza de un gran éxito, pero los consumidores galos no la relacionan directamente con la producción de origen nacional. Además, su presentación en envases de 250 gramos no está adaptada a los hogares con niños, ya que no es lo suficientemente voluminoso y tampoco refleja la imagen de alta gama.