Los riñones de los niños no están plenamente desarrollados; para no sobrecargarlos, es importante que el agua que ingieren tenga bajo contenido en sales, que sea de baja mineralización.
Según determina la Asociación Española de Pediatría, el agua ideal para el lactante debe contener una cantidad de flúor que no sobrepase los 0,3 miligramos por litro y el volumen de nitratos ha de ser lo más reducido posible siendo el máximo 25 miligramos por litro.
En cuanto al sodio, para los bebés con menos de seis meses lo ideal es que se sitúe por debajo de los 25 miligramos por litro y de 50 miligramos por litro para los que tienen entre seis meses y un año. Se consideran aguas de mineralización débil las que contienen una cantidad de residuo seco de hasta 500 miligramos por litro, según explica Aigua del Montseny.