Las etiquetas son muy poco útiles para llegar a saber las características de los alimentos que consumimos, según pone de manifiesto un estudio de CEACCU (Confederación Española de Organizaciones de Amas de Casa, Consumidores y Usuarios). El informe también denuncia incumplimientos de la normativa, como el empleo de letras “invisibles” o la incorrecta indicación de datos obligatorios.
La ocultación de la denominación del producto, el empleo de un tamaño letra minúsculo o ilegible, y el recurso a raciones poco verosímiles para transmitir la información nutricional, entre las deficiencias detectadas.
Los mensajes voluntarios, sin ningún valor para el consumidor, o incluso irregulares, protagonizan los envases: «al punto justo de sal», “toma sopa, vive sano”… O en un zumo: “libre de grasas, colesterol y sodio”
Las omisiones: la cantidad de sal o azúcares y el origen de las grasas.
Cuando un consumidor mira la etiqueta de un alimento debería encontrar, sin problemas, la información que le indique: qué tipo de producto está comprando, con qué ingredientes está elaborado, hasta cuándo puede consumirlo con garantías y qué cantidades de nutrientes (de aquellos que debe vigilar: sal, azúcares, grasas…) y calorías le aportan. Al menos, eso es lo que señala el sentido común y los derechos básicos del consumidor (entre los que se encuentra el derecho a la información, a la salud y a la protección de sus intereses económicos)
La normativa alimentaria vigente establece algunos de estos requisitos, y la futura (un Reglamento comunitario que está en tramitación desde enero de 2008 y que será aprobado en los próximos meses) añade otros. El problema de ambos es su redacción, cuando menos, imprecisa.
Para llegar a estas conclusiones, CEACCU ha analizado minuciosamente hasta 60 etiquetas de alimentos muy cotidianos en la cesta de la compra de los españoles como lácteos, zumos, cereales, galletas, conservas, precocinados, salsas, aperitivos, bollería o embutidos, entre otros, y ha evaluado: el contenido, el formato (tamaño de letra…) y la presentación (lugar que ocupa en el envase…) tanto de la información obligatoria (fechas, ingredientes…) como de la información nutricional, en cada uno de estos productos.