La tendencia actual del consumidor español por la compra de productos de proximidad está provocando un auge en la constitución de cooperativas de consumo agroecológico. Así lo confirma un estudio realizado en Barcelona y que analiza la transformación de este tipo de organizaciones.
En concreto, el trabajo, una tesis doctoral del investigador de la UOC Ricard Espelt, muestra un mapeo de los grupos de consumo agroecológico en la ciudad de Barcelona desde el nacimiento de la primera cooperativa, Germinal, en 1993. Las conclusiones revelan que el número de estas organizaciones ha pasado de 36, en 2009, a las 57 actuales, lo que supone un incremento del 58,3 % en diez años y que la tecnificación de la gestión y la comunicación de estas iniciativas puede favorecer su capacidad de crecer de forma sostenible.
La investigación aborda este tipo de consumo de alimentos frescos, de proximidad, en un contexto en el que España importa de media unos 25.483 millones de toneladas de alimentos de largo recorrido, con un impacto medioambiental de 4.212 toneladas de CO2 al año. En Barcelona, una ciudad con una trayectoria del cooperativismo de 25 años, existen 1.420 unidades familiares (unas 4.500 personas) que consumen alimentos de proximidad por medio de estas organizaciones. “En los barrios de Gràcia y el Poblenou es donde hay más personas asociadas en este tipo de iniciativas”, apunta Espelt, miembro del grupo de investigación DIMMONS del instituto de investigación IN3 de la UOC.
Los resultados del estudio determinan que el modelo tipo de grupo o cooperativa de consumo en Barcelona es una organización de menos de 25 familias, constituida como una asociación y con un alto nivel de cumplimiento de los valores que promueve la agroecología y la economía social solidaria (ESS), es decir, el cooperativismo agroecológico.
Asimismo, este tipo de cooperativas mantienen un estrecho vínculo con los circuitos cortos de comercialización porque cumplen los requisitos de proximidad y desintermediación de los productos consumidos. La distancia geográfica media de los proveedores de las cooperativas en Barcelona es de 278,7 km respecto a los 3.827,8 km de media en los que se sitúa el consumo de productos alimentarios de la ciudadanía española. El consumo de productos que vienen directamente del productor es del 90,7%. Esto, según Espelt, muestra “un fuerte compromiso con la producción local”.
Para el investigador, las organizaciones estudiadas contribuyen a incrementar la concienciación de la importancia de la soberanía alimentaria y del fin de la sociedad campesina en Cataluña, que, con la desaparición constante de pequeñas y medianas fincas agrícolas, tiene una tendencia muy aguda. “Tienen la voluntad de promover un consumo local, autosuficiente y alejado de los mercados globales. Su lucha contra el cambio climático las sitúa en comunión con otros movimientos de carácter global, como la red de ciudades en transición, que tiene un fuerte arraigo en Reino Unido”, apunta.