El sector del vino en España ha sufrido extraordinarias transformaciones desde 2008. En estos 10 años, se ha detenido la caída del consumo de vino en España a la vez que se han disparado las ventas al exterior.
Así lo revela el análisis que realiza el Observatioro Español del Mercado del Vino, OeMv, en un informe con motivo de su 10º Aniversario, que destaca que el consumo de vino en el mundo “se desplaza de los productores tradicionales a nuevos mercados”, exigiendo por lo tanto una nueva visión comercial y afrontando retos en cuanto a imagen, tipos de vino y distribución.
España, por su parte, “ha superado grandes transformaciones derivadas del cambio de la OCM europea y la consiguiente disminución de las destilaciones, el descenso del consumo nacional y los cambios en los canales de distribución”. Así, explica que se ha evolucionado hacia un mayor peso de la distribución minorista y nuevas formas de venta directa.
Además, ha desaparecido la destilación como medida de regulación de mercado, y el alcohol se ha convertido en un producto comercial más que, como el mosto, encuentra sus propias vías de comercialización con menores ayudas.
Pero a pesar de tener una menor demanda nacional de vino y pese a una fuerte reducción del viñedo, las producciones no solo no han disminuido, sino que asistimos a varios años de cosechas récord. “Todo ello nos ha lanzado a la internacionalización”, destaca la OeMv, que explica que primero fue “de forma abrupta, urgente, masiva y especialmente a granel y a nuestros principales competidores, hasta convertirnos en los mayores exportadores del mundo. Poco a poco, mejorando el peso de las marcas, los envasados y nuevos destinos, que apuntan hacia una evolución progresiva de nuestro sector exterior que puede ser muy positiva en los próximos años. Todo ello tiene reflejo en los precios medios, la imagen y los resultados de los operadores”.
En el mundo, también se han dado grandes transformaciones a las que el vino no es ajeno. El consumo se traslada hacia los países no productores. Nuevas formas de consumo, nuevos sabores, nueva imagen, envases y cierres, así como un gusto cada vez más extendido por los vinos tradicionales y lo que representan en la cultura, la historia y el medio ambiente, hacen crecer el consumo en lugares que tradicionalmente no lo bebían. Lugares, en muchos casos lejanos, que exigen un replanteamiento de los medios de distribución y la logística. Las transformaciones entre los países productores y en el consumo mundial de vino van a seguir dándose y van a aumentar en los próximos años.
“España, como uno de los países líderes mundiales de este sector, tiene mucho que ganar. Pero, para ello, es imprescindible seguir de cerca lo que ocurre en los mercados, conocer cada vez más y mejor a los distintos tipos de consumidores en los diferentes segmentos de consumo, y adaptar progresivamente nuestras estructuras y carteras a las necesidades de los distintos mercados donde queremos estar presentes”, concluye la organización.