Cada vez existe una mayor reflexión sobre la forma en la que se están concibiendo arquitectónicamente los complejos comerciales ya que optimizar la sensación de confort de los visitantes conlleva incrementar el índice de ventas.
Así lo destacan los expertos de Sto, multinacional alemana especializada en la elaboración de elementos y soluciones constructivas, que destaca que esto solo se consigue a través de fachadas atractivas, zonificación adecuada de los usos, manejo de las alturas, control del ancho de las circulaciones entre locales, correcta ubicación de escaleras o ascensores panorámicos y la conveniente elección de materiales.
“No cabe duda de que la arquitectura comercial debe concebirse como un espacio agradable donde el cliente se sienta cómodo a la hora de comprar”, señalan desde Sto, que analizan qué elementos se tienen en cuenta actualmente para conseguirlo.
En primer lugar, destacan la desorientación como factor de seducción y explican que se ha demostrado que un individuo “perdido” experimenta un impulso consumista no dirigido a nada concreto y satisface una necesidad reprimida de exploración, de contemplación, de escoger y de elegir. Así, aunque una construcción comercial tenga sentido analizada desde una perspectiva general, el mensaje implícito de “queremos que te pierdas” siempre está presente en su arquitectura. Este sentimiento, denominado “efecto Gruen”, se encuentra, además, influenciado por otros elementos como la luz, la música y los espacios de grandiosidad o recogimiento.
Por otro lado, los expertos de Sto señalan la importancia de crear una atmosfera multisensorial para los clientes “que les abstraiga de lo cotidiano y no sean conscientes del paso del tiempo”. Esto despertará el deseo de “descubrir de todo” tranquilamente y sin prisas. Y se consigue “con espacios unidos de tal forma que recorrerlos de la sensación de cinta de Möbius, pasando de un plano a otro sin percatarse de que se cambia de superficie”.
También hay otros elementos que “ralentizan” y refuerzan esta sensación de “no tiempo”. Por ejemplo, la ausencia de relojes o el uso de espejos. Estos últimos, tienen la capacidad de reducir la velocidad de marcha de los clientes, ya que los visitantes supervisan inconscientemente su propia velocidad al caminar.
Otro elemento a tener en cuenta son los denominados puntos calientes perfectamente definidos. A este respecto, desde la empresa alemana explican que “durante la proyección de este tipo de enclaves, lo primero que se hace es analizar previamente los flujos y caminos que tomará la gente cuando transite por sus tiendas y zonas comunes, investigando la conducta nómada de los consumidores y detectando cuáles pueden ser los posibles puntos calientes de compra. A partir de ahí, se diseñan espacios adaptados y se añaden elementos complementarios que refuerzan el cumplimiento de estos recorridos”.
Por ejemplo, se ha demostrado que el tamaño y ancho de unión de las baldosas puede influir en la duración de estancia en ciertas áreas, en que se tomen determinadas rutas o en las visitas a los niveles superiores del centro. Lo mismo ocurre con el hecho de disponer de puertas amplias, ya que “invitan” al cliente a entrar en un punto determinado, o de ubicarlas en la parte derecha de las superficies comerciales, propiciando un flujo de circulación natural (recorrido contrario a las agujas del reloj).
También la temperatura de confort es útil para alargar la permanencia y es una de las técnicas de merchandising más utilizadas. Solo se conseguirá que el comprador esté a gusto comprando si no siente exceso de calor o frío. A este respecto, los componentes más importantes a nivel constructivo son el aislamiento térmico exterior, por su contribución al ahorro de demanda energética y reducción de aparición de humedades, y la correcta altura de los techos. También influyen otros como la ubicación de las puertas y las corrientes de aire generadas.
Por otro lado, desde Sto señalan la elección de colores para impulsar las ventas y afirman que “numerosos estudios han confirmado que el color tiene una influencia muy importante en la decisión de compra”. Una consideración que deberá tenerse en cuenta no solo a la hora de diseñar un producto, sino también los espacios físicos de venta. Se ha comprobado que los compradores impulsivos reaccionan mejor a colores como el rojo, el naranja, el negro o el azul marino, siendo estas tonalidades las adecuadas para outlets, tiendas de liquidación, negocios de comida rápida o almacenes de grandes superficies. Por su parte, los compradores más racionales responden muy bien a colores como el rosa, el celeste o el azul claro, por lo que se recomendará su aplicación en tiendas de ropa tradicionales.
Por último, añaden las soluciones acústicas para una estancia saludable y recuerdan que el ruido es uno de los grandes enemigos de este tipo de puntos de consumo. Tanto es así que, aunque no existen límites legales de exposición para ambientes interiores, la OMS ha llegado a aconsejar que se evite llegar a los 70 decibelios para zonas comerciales. “Y es que la sensación de tranquilidad, comodidad o cualquier otro estado que beneficie el proceso de compra es vital para que el cliente permanezca en una tienda o local determinado”. En este contexto, la OCU recomienda estudiar bien las dimensiones de las zonas de acceso, evitar las cúpulas o grandes volúmenes y utilizar materiales con mayor absorción acústica para evitar la reverberación.