Cerealto destinó en 2017 más de 7,5 millones de euros a proyectos de I+D, lo que supone un 5% de su cifra de negocio, cantidad que prevé igualar este año y que representa casi un tercio de sus inversiones globales.
En concreto, este año son cerca de 200 los nuevos productos en los que trabaja la compañía, de un total de más de 600 prototipos y desarrollos presentados de la mano de su partner en innovación, I+dea, destacando los nuevos desarrollos en la categoría de galletas, en la que la compañía es especialista y que han supuesto el 35% del total.
Tal y como destaca la empresa, “la innovación es para las compañías de alimentación como Cerealto la clave para su operativa diaria y para competir en un mercado cada vez más exigente y especializado con distintos tipos de consumidores con sus propias necesidades”.
Algunos de los nuevos productos desarrollados este año son: Pan Rústico de Amapola; Copos de Espelta sin azúcares añadidos; Galletas María BIO o Galletas de proteínas sin azúcares añadidos; Magdalenas BIO; Pasta con legumbres o multicereales y Papillas de alimentación infantil con vegetales.
Por mercados, el sur de Europa concentrará el 38% de estas inversiones, el norte de Europa el 36%, América el 13% y Asia y áfrica el 13% restante.
Esta apuesta por la innovación, que es una de las líneas estratégicas de Cerealto, está permitiendo a la compañía por ejemplo reducir los niveles de azúcar y grasas, eliminar el aceite de palma o ampliar la gama de referencias sin gluten en su línea de galletas, pero también ampliar su oferta con nuevos productos altos en proteínas, con materias primas procedentes de agricultura sostenible o con productos orgánicos.
Aunque las inversiones en innovación no se limitan al desarrollo de nuevos productos, sino que son intrínsecas a toda la cadena de valor en Cerealto, con el objetivo de impulsar la ventaja competitiva de sus clientes.
La innovación de la compañía le está permitiendo desarrollar proyectos que permiten, desde maximizar la seguridad alimentaria, predecir la vida útil de los productos, desarrollar nuevas tecnología con procesos térmicos sin consumo de combustibles fósiles, empleando energías limpias y sostenibles, así como desde proyectos orientados a los nuevos modelos de consumo y personalización de alimentos adaptados a las necesidades individuales de cada persona, hasta la realización de estudios cualitativos para obtener más información sobre el mercado y el consumidor y así atender mejor sus necesidades.