En España el desperdicio alimentario está todavía muy extendido. De hecho, entre el 30% y el 50% de los alimentos comestibles no llegan a ser consumidos, según el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.
Durante el periodo comprendido entre enero y diciembre de 2017, los hogares españoles tiraron a la basura 1.229 millones de kilogramos de alimentos en condiciones de ser consumidos (23,6 millones de kilogramos semanales), lo que constata una mayor concienciación de las familias en la lucha contra el desperdicio alimentario, ya que esta cifra supone una reducción del 5,7% respecto al período anterior, es decir, se tiraron a la basura 74,5 millones de kilogramos menos.
La proporción del desperdicio en los hogares españoles es del 4,3% sobre el total de alimentación comprado por los hogares. No se desperdicia en la misma proporción lo que se compra, existiendo diferencias significativas por productos.
El 87,5% del total de alimentos tirados a la basura se corresponde con alimentos sin procesar desperdiciados por los hogares tal cual los compraron. Frutas, verduras/hortalizas y pan son los alimentos más desechados. Con la excepción de frutas, de forma generalizada los hogares reducen la cantidad que tiran a la basura de todos los productos.
Por otro lado, el 12,5% del total de alimentos tirados a la basura se corresponde con las recetas cocinadas por el propio hogar y tiradas directamente del plato o de la nevera. Los platos base legumbre, los platos base carne y las sopas/cremas/purés son las recetas que más terminan en la basura. Con la excepción de los platos base verdura y platos base carne, se reduce la cantidad de recetas tiradas a la basura, constatándose también en este caso la mayor conciencia sobre estos temas por parte de los hogares.