En Europa se recicla el 70% de los envases de acero, según los últimos datos de la Asociación de Productores Europeos de Acero para Envases (APEAL). Esta cifra supuso reciclar en 2008 más de 2,5 millones de toneladas de latas y otros envases de acero para alimentos y bebidas, evitando emisiones de CO2 equivalentes a 3,9 millones de toneladas.
Estos datos sitúan los índices de reciclaje del acero por encima de otros materiales para envases, como el plástico, el cartón para bebidas y el vidrio, que registraron un 29%, un 33% y un 62% respectivamente.
Las prestaciones del acero guardan una relación directa con las propiedades únicas de este material. El hecho de ser magnético lo convierte en el material cuya separación y reciclaje resultan más fáciles y menos costosos. Al tratar los residuos domésticos, sus propiedades magnéticas permiten separarlo fácilmente de cartones, plásticos y otros materiales para envases. A diferencia de otros materiales, el acero no pierde su resistencia ni ninguna de sus cualidades inherentes por más veces que se recicle.
Otra razón que explica el éxito continuado del reciclaje del acero es que el reciclaje está integrado en el propio proceso de producción. En otras palabras, para fabricar acero hay que usar acero reciclado. Esto significa que cualquier planta siderúrgica es, además, una planta de reciclaje que produce acero virgen al tiempo que preserva valiosos recursos. A esto se suma una sólida red europea de recursos para recogida y recuperación de latas de acero que ha ayudado a asegurar la excelencia en materia de reciclaje.
El empleo de acero reciclado en el proceso de fabricación produce un ahorro energético del 70% y reduce las emisiones de CO2. De hecho, por cada envase de acero reciclado se ahorra una vez y media su peso en CO2. Cuanto más acero se recicla, más se reducen las emisiones de CO2.