En el mundo se desperdician cerca de 1.300 millones de toneladas de alimentos al año. Algo que podría cambiar en parte gracias a la industria del packaging.
Sólo en los países de la Unión Europea se tira a la basura una media de 88 millones de toneladas de comida cada año, y España no es precisamente el alumno aventajado, sino el séptimo que más alimentos desperdicia, lo que se traduce en 7,7 millones de toneladas anuales.
Ante estas cifras, las instituciones han decidido poner en marcha diversas iniciativas. En España, el Parlamento está preparando la proposición de ley del Buen Samaritano, para promover y facilitar la donación de alimentos, mientras que el Senado ha creado una Comisión que está reuniendo a los distintos actores representantes del sector. Precisamente el sector del embalaje es uno de los actores que puede ser clave para ayudar a mejorar notablemente esta situación alarmante.
Los encuentros realizados hasta ahora han sacado diversas conclusiones. Una de ellas es que la fuente principal de desperdicio no son los restaurantes o supermercados, sino los hogares, responsables de un 42% del total. Esto ocurre en gran medida a causa del etiquetado de fecha de caducidad o consumo preferente de los alimentos: una información que a veces induce a error a los consumidores y provoca que muchos alimentos sean desechados en perfectas condiciones.
Otra causa del desperdicio en los hogares está relacionada con los formatos. Teniendo en cuenta la evolución de la sociedad, encontramos un mayor número de hogares unipersonales o de menor tamaño que no encuentran envases adecuados a sus necesidades. Este es un aspecto en el que el sector del packaging es fundamental: el hecho de que los envases sean de mayor tamaño del necesario provoca que, en ocasiones, los alimentos caduquen, terminen en mal estado, o sean enviados directamente a la basura. Algo tan sencillo como adecuar los tamaños de los envases puede minimizar este problema.
El packaging puede ser realmente el gran aliado para reducir el despilfarro que hoy afecta a un tercio de los alimentos producidos en todo el mundo. Como hemos visto, un correcto etiquetado y formatos adecuados a las necesidades sociales son esenciales para frenar este problema.
Además, envases adecuados permiten almacenar y transportar los alimentos de forma segura y cómoda para los consumidores, conservando las cualidades de los productos y prolongando su vida útil. Frente a la venta sin envasado o a sistemas caseros, un correcto packaging permite mantener los alimentos en mejores condiciones durante más tiempo, alargando su fecha de expiración y reduciendo por tanto su desperdicio.
Los envases permiten compartir información con el consumidor sobre su contenido, procedencia, componentes, valores nutricionales o fecha de caducidad/consumo preferente, que no sólo son obligatorias según normas europeas, sino extremadamente útiles para cada uno de nosotros. Datos como la vida útil ayudan a prever un consumo en fecha y el modo de conservar un alimento.
Otras tendencias como la reducción de tamaño y peso, “light weighing in packaging” o packaging ligero, también suponen un claro avance. Este tipo de envasado reduce costes, formatos (más apropiados para hogares pequeños) y costos en la cadena de producción. Una solución en la misma línea que impulsa la solución de este problema y sería también beneficioso para el medio ambiente ya que los restos de packaging a reciclar son menores.
El desperdicio alimentario es un problema urgente por su magnitud y complejo por sus vínculos económicos, medioambientales y sociales: sólo en Europa la producción y eliminación de alimentos desechados supone la emisión 170 millones de toneladas de CO2 y requiere el uso de 26 millones de toneladas de recursos.
La industria del packaging tiene mucho que decir y es importante que se tenga en cuenta nuestro papel. Sólo trabajando todos los actores empresariales e institucionales, junto a la sociedad en su conjunto podemos combatir esta necesidad ambiental.
Nosotros podemos y debemos tener en cuenta las necesidades de la sociedad actual y nuestra responsabilidad a nivel ambiental. Tenemos la capacidad de fabricar envases más adaptados a los nuevos modos de vida, a las normativas oficiales y que sean sostenibles, mientras que las instituciones pueden apoyar con sus iniciativas y los consumidores, actuando con conciencia para evitar compras excesivas y deshacerse de productos que se pueden consumir. Disminuir el desperdicio alimentario y su impacto social y ambiental está en nuestras manos y es responsabilidad de cada uno de nosotros
Laura Barreiro,
Directora de Sostenibilidad y Stakeholders de APP para el Sur de Europa