El neuromarketing, aplicación de técnicas que analizan los niveles de emoción, atención y memoria según los estímulos percibidos de forma consciente o subconsciente, se está llevando a cabo en la industria agroalimentaria con grandes éxitos.
Así, muchos son los beneficios que al sector está aportando la aplicación de la psicología conductual y, en consecuencia, el análisis del comportamiento del consumidor. De hecho, la aplicación de las neurociencias al sector agroalimentario antepone ante un futuro mucho más optimista dado ciertos condicionantes que hacen peligrar la rentabilidad empresarial: aumento de stocks, decrecimiento de la demanda de productos, bajada de precios o estrechos márgenes comerciales.
Y, todo esto, en un contexto en el que surgen dudas en torno a la necesidad o no de invertir en marketing y ante la cuestión de si los consumidores comprenden el mensaje con acierto, aseguran desde el Máster en Gestión de Empresas Agroalimentarias.
Pero, ¿qué aplicación tiene el neuromarketing en la estrategia de marca y la comercialización de productos agroalimentarios?
En primer lugar, el uso del eyetracking para mejorar el diseño de productos agroalimentarios y la experiencia de compra en el punto de venta. Dicha técnica se basa en el seguimiento de ojos y consiste en un proceso de evaluación del punto exacto en el cual se detiene la mirada así como del movimiento que los globos oculares realizan en relación con la cabeza. Por tanto, permite detectar con datos objetivos los intereses y las preferencias concretas de los consumidores, tratándose de una medición biométrica que resulta de gran ayuda para detectar actos no conscientes de los consumidores para, posteriormente, incorporar sus demandas al proceso de comercialización de los productos.
Además, la estimulación sensorial que genera el producto en sí (aceites, vinos, quesos o frutas) es otra táctica en la que se desempeña fuertemente el neuromarketing agroalimentario. Sus múltiples aplicabilidades permite por tanto hilar más fino y medir de forma precisa la atención, el compromiso emocional y la retención en la memoria de imágenes, colores, tipografías, hasta condicionantes culturales distintos que se ven incorporados al fenómeno marketiniano del packaging.
Por medio de sensores cerebrales ya pueden analizarse cuáles son los diseños más sugerentes y adecuados que mejor canalizan y atrapan la atención del consumidor (cuestión fundamental por ejemplo para mejorar la experiencia de compra en el mismo punto de venta). Es posible también determinar qué diseño del producto puntúa mejor en intención de compra, novedad y nivel de conocimiento. Además, de examinar y mejorar el diseño de un producto frente al de la competencia.
Por medio de toda esta información que provee el marketing neuroconductual será mucho más fácil desarrollar un envase que suponga una ventaja competitiva en términos de captación de la atención en el punto de venta, percepción de producto natural y vínculo emocional con la marca.