Los sectores más afectados por el fraude alimentario son el del aceite, queso, vino o leche, según ha señalado Benigno Santiago, Ingeniero Agrícola experto en fraudes alimentarios, durante la jornada “Seguridad alimentaria: retos y tendencias”, organizada por el Consejo de Colegios de Ingenieros Agrícolas en Fruit Attraction.
Asimismo, este experto ha denunciado la manera en que algunas empresas tratan de obtener mayores rentas económicas a través del fraude alimentario. “Nos engañan continuamente, pero no en cuestiones que afectan a la salud sino al bolsillo”, ha destacado.
En general, los ponentes asistentes a la jornada han coincidido en que, en la actualidad, “gozamos de la mejor seguridad alimentaria de nuestra historia, aunque el riesgo jamás será cero, de manera que hay que seguir invirtiendo en investigación y tecnología”. Asimismo, ha quedado constatado que el papel de los técnicos ha resultado primordial en la mejora de los procesos de control en seguridad alimentaria. Un gran éxito en el que también han tenido protagonismo los agricultores, por su continua formación en los últimos años.
Por su parte, José Miguel Mulet, doctor en bioquímica y biología molecular, ha destacado que pese a la buena salud de la que goza la seguridad alimentaria, la percepción de la sociedad no es esa. “Esto conlleva a que se invierta mucho dinero en aspectos que no mejoran la seguridad alimentaria. Ejemplo de ello son los certificados, que cuestan mucho dinero y avalan, por ejemplo, que un producto no lleva transgénicos, a pesar de que esto no suponga ningún riesgo para la salud”.
Según su visión, esta tendencia nos puede llevar a dar pasos hacia atrás al asumir como más natural productos que no tienen garantías para la seguridad alimentaria, como la moda de los fermentados de hortalizas caseros que pueden ocasionar casos de botulismo.
Por otro lado, Regina Monsalve, presidenta del Colegio de Ingenieros Agrícolas de Valencia y Castellón, ha destacado que los ingenieros agrícolas han de tener “un papel fundamental en la trazabilidad, que garantiza la seguridad alimentaria al consumidor. Esto es lo que permite hacer seguimiento del producto del campo a la mesa y en varias crisis alimentarias se ha demostrado que funciona”.
Asimismo, Joaquín Fuentes-Pila, director del Máster de Calidad Alimentaria de la UPM, ha afirmado que las crisis de seguridad también afectan a la producción ecológica, aunque es cierto que la percepción general por parte de los consumidores es que estos productos son más seguros. “En los últimos 15 años, gracias a las normativas europeas, hemos mejorado mucho la seguridad alimentaria, pero sigue habiendo brotes y peligros biológicos que nos obligan a seguir innovando, investigando y aplicando las mejores tecnologías para ello”, ha concluido.
En este sentido, Manuel Berenguer, asesor técnico de explotaciones tropicales y horticultura intensiva en cultivo hidropónico, ha puesto el énfasis en el papel de los técnicos, como los Ingenieros Agrícolas. “Estos profesionales juegan un papel muy importante como asesores en el uso sostenible de productos fitosanitarios. Esto nos ha permitido producir con mayores garantías frutas y verduras con niveles de residuos fitosanitarios por debajo de los límites establecidos, lo que nos permite asegurar que actualmente producimos productos más sanos”.
Por último, Sabas Alegre, consultor de seguridad alimentaria en TQM, ha señalado que una vez asegurados los procesos de trabajo en seguridad alimentaria, “las empresas deberían apostar por disponer de protocolos de gestión de crisis alimentarias, ya que una alerta, aunque no sea responsabilidad de la empresa, puede afectar a los procesos comerciales, y comunicar bien es fundamental para salir indemne”.