Cada español tira a la basura 163 kilogramos de alimentos al año, lo que supone un tercio de lo que se compra, según datos recogidos por el presidente de la Federación Nacional de Comunidades de Regantes (Fenacore), Andrés del Campo.
No obstante, esta cifra representa un 9% menos que la media europea, siendo frutas y verduras los alimentos que más se desperdician (80%). Este hecho pone de manifiesto el escaso valor que se le otorga en el primer mundo a la agricultura de regadío, “mal acostumbrado” al excedente de producción de muchos cultivos agroalimentarios.
Esta situación contrasta con los 815 millones de personas que sufren desnutrición crónica en todo el mundo, unidos a los habitantes de los más de 20 países que viven agudas crisis alimentarias derivadas de los conflictos bélicos actualmente activos. Esta realidad lleva a un desequilibrio donde el 75% de la producción total de alimentos se distribuye únicamente entre el 30% de la población mundial.
Ante esta situación, y teniendo en cuenta que el objetivo de organizaciones como la FAO es alcanzar un mundo sin hambre en poco más de 10 años, se necesita llevar a cabo una profunda transformación en una doble vía.
Por un lado, concienciar a los países más ricos para adoptar un modelo productivo sostenible, que permita hacer un uso responsable de los recursos disponibles y reducir la generación de residuos, para lo cual se impulsan actuaciones como el reciente Pacto para la Economía Circular; y por otro, incrementar la producción para abastecer de alimentos básicos a una población mundial creciente en un contexto cada vez con menos agua dulce y tierra per cápita.
Para el presidente de Fenacore y de la Comunidad Euromediterránea de Regantes (EIC), garantizar esta seguridad alimentaria dependerá de la evolución del regadío, a sabiendas de que estos cultivos producen más que los de secano.
En España, ocupando alrededor del 17% de la superficie agrícola suministran alrededor del 65% de la producción final, mientras que a nivel mundial cerca del 20% de la superficie agrícola es responsable de aproximadamente el 40% de la producción final agraria.