El gasto alimentario en Cataluña ha alcanzado en 2016 una cifra absoluta de 15.100 millones de euros, que prácticamente iguala la de 2008, antes del inicio de la crisis, que fue de 15.146 millones de euros, según el Observatorio Bonpreu y Esclat del Consumo Alimentario en Cataluña, que revela también que en términos de consumo alimentario per cápita, el pasado año alcanzó 2.058 euros per cápita, muy cerca de los 2.072 euros per cápita de hace ocho años.
Según los datos más recientes disponibles, extraídos de la Encuesta de Presupuestos Familiares de 2016, el consumo alimentario representa en Cataluña el 16,7% del consumo total de los hogares; sobre el total del PIB significa un 6,7%. Constituye así el segundo bloque más relevante de entre los que se distribuye el consumo de las familias, después de la vivienda, agua, luz, gas y otros combustibles, que representa un 30,6%.
El Observatorio Bonpreu y Esclat del consumo alimentario en Cataluña tiene como objetivo contribuir a la creación y difusión de conocimiento sobre las tendencias del consumo y los nuevos hábitos alimentarios de la población catalana. Elaborado por el Grupo Bon Preu, incluye una estimación propia sobre el crecimiento del consumo alimentario en las demarcaciones catalanas en 2016. De acuerdo a esta estimación, la demarcación de Girona es donde más creció el gasto alimentaria el último año (un 5%).
Por su parte, la demarcación de Barcelona, ??que respecto a la población representa más de las tres cuartas partes del total de Cataluña y que en 2016 es la que ha experimentado una evolución demográfica más positiva, presenta en 2016, con 1.958 euros, el consumo alimentario per cápita más elevado de Cataluña; sin embargo, la variación relativa más elevada, también en este caso se produce en Girona, con un incremento de un 4,9%, un punto porcentual por encima de la media catalana.
Más gasto en hortalizas y pescado
Entre los epígrafes más significativos del gasto alimentario de la familia del 2008 el 2016 ganan peso las hortalizas y el pescado, así como la comida precocinada, se mantiene la fruta, y pierde peso la carne, el pan, los cereales, los lácteos y los huevos. Entre los menos relevantes también ganan peso los epígrafes de otros (que incluye comidas preparadas, además de salsas, condimentos, sal, especias, alimentación para bebés y productos dietéticos); el de café, té y otras bebidas no alcohólicas, y el de azúcar, confituras, miel, chocolate y helados. Y pierden el de zumos, refrescos y otros y el de aceites y grasas.
Por grupos de edad, el informe señala que entre 2008 y 2016 ha habido una caída de un 22,3% del gasto alimentario de los hogares más jóvenes (de entre 16 a 44 años), mientras que las de los más mayores (de más de 65 años) creció de un 36,9%, dicotomía que sugiere transferencias de gasto en productos alimenticios que los hogares de más edad han efectuado a las de sus hijos o nietos.
La dicotomía ha continuado en la fase de expansión 2013-2016, en la que frente a un aumento muy ligero del gasto alimentario del colectivo de hogares más jóvenes (1,2%), el grupo de edades más avanzadas ha seguido aumentando su gasto alimentario hasta un total de un 16,6%.
Con la crisis (años 2.008 a 2.013) ha aumentado un 17,1% el gasto alimentario en los hogares unipersonales, mientras que en las de cuatro y más miembros ha caído un 19,1%, reflejo en gran medida al elevado crecimiento en el número de hogares de menor dimensión y de la disminución de las más grandes.