La trazabilidad es un concepto relativamente reciente, pero con una importancia clave para el desarrollo de la actividad de cualquier empresa del sector de la alimentación y que ha de contar con un papel protagonista en la estrategia de negocio. La trazabilidad de los alimentos es el conjunto de procesos que permiten ejercer un mayor control sobre los productos, identificando y reconstruyendo todo su historial desde la recolección, la producción y la elaboración hasta el almacenaje y la distribución. Consiste por tanto en hacer un seguimiento exhaustivo de los alimentos desde su origen hasta su llegada al consumidor final.
Este término adquirió mayor relevancia a raíz de la detección de los primeros incidentes en seguridad alimentaria. Tras el daño causado por la crisis de la encefalopatía espongiforme bovina, conocida coloquialmente como la “enfermedad de las vacas locas” que afectó a la confianza del consumidor y como consecuencia, a toda la industria alimentaria, la Unión Europea llevó a cabo una importante reforma de su política y normativa. En esta reforma, la trazabilidad de los alimentos se convirtió en el pilar fundamental.
Contar con un sistema de trazabilidad de calidad es vital para evitar cualquier crisis o solventarla en el caso de que se produzca. Hay soluciones con las cuales es posible hacer un seguimiento controlado de todos los lotes de producto con múltiples beneficios. Proveen de transparencia y trazabilidad a través de las redes tanto internas como externas de producción, incluyendo procesos de subcontratación; o promueven la seguridad alimentaria y protegen la salud de los clientes; facilitan la comunicación entre los distintos elementos de la cadena; analizan posibles problemas y optimizan la gestión, aumentando la productividad y reduciendo los costes.
Por todo ello, la implantación de este tipo de soluciones se ha convertido en una prioridad para las empresas del sector. Gracias a ellas, es posible tener una buena capacidad de reacción ante cualquier imprevisto y proteger al cliente, dándole mayor confianza, y también a la propia marca. Pero la transformación digital, como en el resto de los sectores, tiene que ir más allá de la los métodos de trabajo y trasladarse a toda la cultura empresarial. Es necesario, por tanto, un cambio en la concepción del negocio acompañado de una inversión inicial.
No hay que olvidar que el sector de la alimentación es clave en todo el mundo. En España, lo conforman más del 14% de las empresas del sector industrial nacional, con una facturación de más de 93.000 millones de euros. Además, es el octavo país del mundo con más exportaciones en alimentación y bebidas, con productos referentes internacionalmente. A nivel de empleo, también es un gigante pues ocupa alrededor del 18% de la población a pesar incluso de los estragos de la crisis económica.
Pese a ser referente económico, el sector alimentario en España tiene aún un reto pendiente. Muchas empresas dedicadas a la alimentación tienen que enfrentarse a día de hoy al desafío de la transformación digital. En la mayoría de las ocasiones no saben cómo adoptar las nuevas tecnologías a sus sistemas de producción y distribución además de desconocer cuáles son las principales ventajas que les puede aportar. La inversión en I+D+I aumenta lentamente entre las empresas del sector, que prefieren apostar por el desarrollo de nuevos productos antes que mejorar los procesos de negocio.
El sector alimentario afronta la necesidad de aprovechar al máximo las posibilidades del nuevo entorno digital. La satisfacción del cliente es el principal objetivo y para ello es necesario recurrir a estas herramientas de trazabilidad con el fin de mantener los más altos estándares de calidad en todas las fases de producción. Y es que si el sector alimentario quiere mantenerse y consolidarse como potencia económica, tanto en España como a nivel internacional, debe apostar por esta cuarta revolución industrial a la que asistimos. Tener procesos de producción más eficientes, con sistemas de control mucho más sencillos y efectivos, permitirá a las empresas tener una mayor rentabilidad y en definitiva, dedicar todos sus esfuerzos a desarrollar su actividad y crecer en el mercado.
Alfredo Lagunar, gerente de Innovación de Altim