En los últimos seis años, el uso de envases de plástico para conservar alimentos ha aumentado un 30% y ha permitido que la industria del envase en España crezca un 15%, según Sergio Giménez, responsable de Negocio del Instituto Tecnológico de Plástico (Aimplas).
Estos datos vienen a confirmar que “la industria pasa por un buen momento y su desarrollo está contribuyendo de manera esencial en la recuperación de la economía española” asegura Marina Uceda, directora de los salones profesionales Empack, Logistics y Packaging Innovations.
En el año 2015, la industria del envase y embalaje en España alcanzó una producción valorada en más de 10.000 millones de euros, de los cuales, 3.463 millones (un 35%) correspondió a la producción de envases de plástico.
Aunque cada vez más los envases de materiales naturales y reciclados está tomando fuerza en el envase alimentario, Giménez reiteró que la variabilidad y flexibilidad del plástico sigue haciendo que este material se mantenga como el protagonista del envase alimentario del futuro por su enorme potencial para el desarrollo de nuevas aplicaciones que se adapten a las exigencias marcadas por un consumidor cada vez exigente, conectado y también preocupado por el medio ambiente.
De hecho, los envases de bioplástico e inteligentes, capaces de informar sobre el estado del producto, son algunas de las soluciones que marcarán tendencia en los próximos años para afrontar los retos de conservación, seguridad y sostenibilidad del envase alimentario del futuro.
Así, el envase de plástico flexible en formatos de las bolsas esterilizables (retor pouches), bolsas con base (doy pack) o envases bag in box (…) están consolidadas en el mercado, los envases rígidos de plástico, que sustituyen al vidrio o al metal, también van ganando cada vez más terreno al fabricarse con nuevos materiales que soportan procesos térmicos de pasteurización o esterilización y que permiten mayor ligereza, seguridad y libertad de diseño.
Giménez señaló que los principales retos del sector del envase alimentario en general es conseguir que éstos conserven y aumenten la vida útil de los productos y, por otra parte que sean más sostenibles para una adecuada y cada vez más importante gestión de residuos.