Las compras online serán uno de los factores más importantes que marcarán la evolución del comportamiento de los consumidores en un futuro, según el 30% de los directivos de empresas españolas de la industria agroalimentaria.
El precio del surtido ya no es un factor tan crucial y ha pasado al segundo puesto en relevancia para los consumidores, según las opiniones de un 25% de los empresarios encuestados en el informe Alimentación y bebidas: tendencias 2016 de KPMG. En tercer lugar, se sitúan las redes sociales (20%) que, además, se posicionan como el medio más relevante en la comunicación con el consumidor (30%), por delante del marketing en el punto de venta (26%) y la comunicación a través de medios tradicionales (18%).
“Estas conclusiones revelan que el entorno digital le va ganando terreno al tradicional y, en este sentido, cada vez son más las alternativas que el consumidor tiene a su disposición para comprar online y no tener que desplazarse físicamente hasta la tienda”, aseguran en el informe.
El 46% de los directivos del sector considera que una logística adaptada al cliente será el factor diferencial para asegurar el éxito del comercio electrónico. La experiencia positiva de compra en la red se sitúa en segundo lugar, siendo importante para el 30%, frente al 49% que opinaba de este modo en la encuesta del año pasado. Este hecho pone de manifiesto, por tanto, cómo las empresas son conscientes de que la compra online es solamente uno de los puntos de contacto con los consumidores, dentro de un proceso más complejo y extenso que pasa, entre otros, por una entrega ágil y adecuada a las necesidades del cliente, además de una atención rápida y eficiente.
Carlos Peregrina, socio responsable del sector Consumo y Distribución de KPMG en España, asegura que “al igual que está sucediendo en todos los sectores económicos, la digitalización, los nuevos modelos de negocio y la transformación de los existentes, basados en nuevas herramientas y estrategias, son algunas de las claves a las que están prestando especial atención las empresas agroalimentarias”. éstas se encuentran, continúa, “enfocadas en conquistar a un nuevo tipo de consumidor, más exigente tanto hacia el producto como hacia las empresas”.
Frente al camino inevitable de la transformación digital, las compañías del sector alimentación y bebidas se enfrentan a retos más inmediatos que les permitan aumentar su competitividad en el corto plazo. Así, los directivos destacan la capacidad de mantener márgenes (36%), las mejoras operativas y la reducción de costes de estructura (29%) como los desafíos más prioritarios. Estas medidas se traducen en un plan de negocio que sitúa la reducción de los costes de fabricación (para un 31% de los directivos) y el establecimiento de una política de precios (para un 26%) como los principales ejes de acción frente a la coyuntura económica general. A la hora de competir en un mercado global, y en línea con lo anterior, un 46% de los encuestados sitúa la competitividad en costes/precios como el factor más importante.
La expansión internacional se convierte este año en la principal prioridad de inversión para el 25% de los empresarios, por delante de la rentabilidad del negocio, que es la palanca de crecimiento más relevante para el 21%.
Una vez tomada la decisión de salir al exterior, más de la mitad de las empresas encuestadas escoge la cooperación con otras compañías como el mejor medio para ganar dimensión fuera de nuestras fronteras. Sin embargo, esta colaboración no está exenta de problemas; así, el 59% de los directivos mencionan las diferencias en políticas comerciales como la principal barrera a la hora de adoptar acuerdos con otras empresas en el marco de la industria alimentaria. A gran distancia, según un 23%, se sitúa la incertidumbre de los resultados.
A pesar de todo, preguntados por los ámbitos en los que, en su opinión, serían más aplicables dichos acuerdos, el desarrollo del comercio exterior vuelve a obtener relevancia y ocupa la primera posición (33%), seguido de la tecnología de I+D+i (22%) y la logística (21%).