Ignacio Osborne, CEO de Osborne, asegura que “tenemos claro que si hay que elegir entre negocio y familia, lo primero es lo más importante; a fin de cuentas, es lo que nos da de comer”.
“Cuando llevas una propuesta al consejo de administración de una empresa familiar tienes que ser lo más agresivo posible; no puedes restringir tu idea, debes esperar a que él que te imponga los límites”, explica Osborne durante su intervención en el IX Ciclo de Conferencias Esade Deloitte de empresa familiar.
La compañía, que cuenta con más de 250 años de antigüedad, va ya por su sexta generación y atribuye su supervivencia y éxito a tres factores fundamentales: la ampliación del capital, la internacionalización y la buena gestión del gobierno corporativo. Retos para los que sube su apuesta, sobre todo en el diseño y formación de una estructura internacional, en el año en el que también su emblemático toro cumple 60 años.
Oborne facturó el año pasado más de 240 millones de euros y, en la actualidad, opera en más de 50 países de los que Estados Unidos, Alemania, China y Brasil son sus principales mercados. Aun así, Ignacio Osborne, considera que su 25% – 30% de volumen internacional de negocio sigue siendo muy pequeño y que la clave para crecer en este sentido “no es utilizar redes de distribución existentes, en las que ya trabaja la competencia, sino crear nuevas”, comenta el directivo.
En un año, Ignacio Osborne, recién nombrado presidente del Instituto de Empresa Familiar, sustituirá a su primo Tomás en la presidencia de la compañía. “Es una muestra de transparencia”, ha comentado. Así, explica que “la dirección general siempre tiene que ser externa y, para las demás posiciones, es la empresa la que llama a la familia, no a la inversa”.