Las empresas de la Asociación Española de Distribuidores, Autoservicios y Supermercados (ASEDAS), que suponen un 66,6 % de la superficie de venta de alimentación en distribución organizada, son muy diversas en cuanto a su naturaleza. La composición y estructura de la distribución alimentaria en España ha evolucionado de forma muy importante en los últimos 30 años.
En el mercado conviven empresas familiares con cooperativas de detallistas, empresas cotizadas y centrales de compra. Todas las empresas de distribución comparten el convencimiento de que la sostenibilidad de su modelo de negocio pasa necesariamente por suministrarse mayoritariamente de proveedores cercanos, según el capítulo elaborado por Ignacio García Magarzo y Felipe Medina Martín -de ASEDAS- del informe "El sector agro-mar-alimentario español: una visión renovada".
Ello hace que muchas de ellas hayan evolucionado hacia la necesidad de conocer en mayor profundidad el producto desde el origen, y trabajen por consolidar un sector agrario lo suficientemente competitivo y eficiente como para garantizar la sostenibilidad económica, ambiental y social en el futuro al tiempo que responde a las nuevas necesidades y demandas del consumidor.
En coherencia, la cadena agroalimentaria de valor compartido debe empezar por asegurar el futuro del eslabón más débil, cuya sostenibilidad está más comprometida. A partir de esta reflexión, la distribución alimentaria se encuentra en disposición de ayudar a liderar este proceso, trabajar para crear las condiciones que permitan a los productores a equilibrar precios
La visión de la distribución alimentaria en origen con costes reales y hacer que el consumidor perciba el valor real de los productos agroalimentarios que estos ponen a su disposición. Asumiendo que hacen falta operadores más fuertes en origen (a veces confundido con más grandes) para que el reequilibrio de la cadena se produzca, es también evidente que del eslabón productor está, y seguirá estando, mucho más atomizado que el resto debido a las características propias de su actividad productiva.
Y en este hecho se encuentra el origen de su posición de debilidad. Por ello, "consideramos que hay que hacer compatible la estructura de la producción con la de la distribución, ya que partimos de realidades muy distintas. Durante los últimos 20 años se ha producido una reestructuración y consolidación del sector primario muy importantes que continúa en la actualidad", aseguran en el informe.
“Entonces, ¿qué nos falta? Todos parecemos estar de acuerdo en la necesidad de promover relaciones estables. Y eso, viéndolo desde el lado de la distribución, exige por un lado continuar en ese proceso de consolidación para que los operadores que se relacionan con los distintos eslabones tengan tamaño y volumen suficiente y, por otro lado, garantizar que la gran variedad de explotaciones y modelos productivos, dispersos por todo el territorio, que son un activo y una garantía de futuro, puedan competir en el mercado en unas condiciones justas y equilibradas. Creemos firmemente que merece la pena intentar las dos cosas: continuar fortaleciendo la posición de los operadores en origen de forma equilibrada y asegurar que las relaciones comerciales que tienen con sus compradores, estén mejor ordenadas. De esta forma se construirá en el futuro una cadena agroalimentaria de valor compartido”, dicen los autores del informe.