La variedad de oliva Verdeña, única en Huesca, ha sido el germen del nacimiento de un nuevo aceite de oliva virgen extra: Alía. Se trata de un producto gourmet que, además de por su limitada producción, destaca por la calidad en su proceso de elaboración.
Alía cuenta con tres ingredientes únicos en su creación: la recogida manual de las aceitunas tempranas (a principios de noviembre) en olivos centenarios, un periodo de tiempo inferior a 2 horas entre la recogida de las aceitunas y la molienda y, por último, la presión mecánica en frío
de la propia molienda. El resultado es un aceite suave y afrutado, con gran estabilidad, perfecto para tomar en crudo acompañando a tostadas, pescados, mariscos, verduras o ensaladas.
Su nombre, Alía, hace referencia a una variedad autóctona de olivos de Somontano de Barbastro (Huesca) en peligro de extinción. Por tanto, se trata de un homenaje a las variedades de la zona que son desconocidas y totalmente olvidadas. Alía es el resultado de un proyecto personal del emprendedor jacetano Miguel Fernández-Sanguino.
Pero Alía no solo se caracteriza por el interior sino también por la presentación del producto exterior. En la etiqueta, además de las especificaciones propias del aceite, se puede encontrar un poema de Francisco Ferrer Lerín, cuyo contenido ha inspirado el logotipo y diseño actual de la botella.
Como muestra de su calidad, Alía ha competido en The New York International Olive Oil Competition (NYIOOC), en el que expertos internacionales seleccionan los 700 mejores aceites del mundo.