La industria de alimentación y bebidas redujo sus ventas en un 2,68% en 2012 hasta situarse en los 86.298 millones de euros. Dicho descenso fue mayor si se resta la contribución de las exportaciones, por lo que las ventas domésticas retrocedieron al nivel de 2006, y el sector se ha dejado por el camino 6.000 millones de euros en cinco años. La caída en la producción es fruto del impacto negativo sobre el consumo de la larga crisis económica y la segunda recesión.
Estos datos se presentaron ayer en un encuentro informativo convocado por la Federación Española de Industrias de la Alimentación y Bebidas (FIAB) para dar a conocer el Informe Económico 2012 y en el que participaron la secretaria general de agricultura y alimentación del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, Isabel García Tejerina; el director general de FIAB, Horacio González Alemán; el catedrático de análisis económico de la Universidad Complutense de Madrid, Simón Sosvilla; y el director del sector agrario de La Caixa, Josep Fernández. El Informe Económico ha sido elaborado con la colaboración del MAGRAMA, y cuenta con el patrocinio de La Caixa.
Otra cifra que demuestra la pérdida de empuje del sector es el descenso del índice de Producción Industrial, donde la alimentación disminuyó un 14,9% y las bebidas un 10,8%, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).
Josep Fernández ha recordado que las exportaciones crecieron un 9,4% en 2012 hasta alcanzar los 22.078 millones de euros, con una balanza positiva de 3.026 millones de euros, “lo que supone un crecimiento casi tres veces superior al del conjunto de las exportaciones de la economía. Este dato demuestra la competitividad de nuestras empresas y la consolidada importancia de la actividad exterior, que ha evitado que el retroceso económico del sector sea mayor”.
Durante 2012 el consumo en el hogar se incrementó un 0,66%, situándose en 30.482 millones de kilogramos/litros/unidades. Además, el gasto en productos alimentarios y bebidas creció un 0,17%, alcanzando los 67.634 millones de euros. Así, cada ciudadano gastó de media 1.468 euros en alimentación. Pero, según destacó Simón Sosvilla, “descontado el efecto de la inflación, el gasto en consumo alimentario en los hogares descendió un 3%, lo que demuestra hasta qué punto la continua merma en el poder adquisitivo de las familias ha provocado que recorten en todos los gastos, e incluso en alimentación”.
El impacto de la crisis se ha hecho especialmente visible en el consumo fuera del hogar, donde el gasto se redujo un 4,1% hasta los 33.044 millones de euros, y un 7,3% si se descuenta el efecto de la inflación.
La crisis sigue modificando los patrones de consumo de los ciudadanos, orientando su demanda hacia productos más básicos y hacia los de marca de distribuidor (MDD), que han visto aumentar su cuota de mercado hasta el 41,2%, anotándose el mayor incremento anual desde 2002. Esta cifra contrasta con la media de la Unión Europea, donde la MDD tiene un 35,6% de cuota de mercado.
El director general de FIAB considera que “si bien la industria de alimentación y bebidas ha demostrado resistir mejor que ninguna otra el brusco cambio de ciclo económico, 2012 ha sido un año difícil para el sector, que ha visto cómo la crisis económica ha dificultado el mantenimiento de las anteriores cifras. De este modo, ha disminuido la producción industrial y el consumidor ha ido reduciendo su gasto en todas las partidas hasta llegar a la alimentación (tanto en el consumo doméstico como en la restauración)”.
Sin embargo, apuntó González Alemán, “también se han registrado variables positivas en 2012; ya que la industria de alimentación y bebidas ha empleado a unos 440.000 trabajadores y la tasa de crecimiento de nuestras exportaciones casi ha triplicado la del total de la economía, aunque, este factor no ha conseguido frenar la caída del consumo doméstico”.
Como medidas para la reactivación del sector, el representante de FIAB propone “la eliminación de cualquier incremento impositivo, incluido en las Comunidades Autónomas, la reactivación de la confianza del consumidor y una mejora en las condiciones de financiación, garantizar la unidad de mercado reduciendo las duplicidades administrativas y la burocracia, impulsar la internacionalización y la innovación, y apostar por la reforma del modelo de formación para la promoción del talento y la competitividad de la industria”.